El teorema de los calcetines
Los calcetines y cómo entender la educación para la participación
Me atrevería a asegurar, con cierto margen de seguridad, que si estás leyendo esto y te dedicas a la educación para la participación, en algún momento te has tenido que enfrentar a la temida pregunta de: ¿Pero qué es lo que haces exactamente?
Bien, pues tras darle muchas vueltas (quizás más de las recomendables), he llegado a la conclusión de que esa, su señoría, es una pregunta capciosa.
Es muy complicado, si no imposible, hablar de exactos en el campo de la educación para la participación. Cada día puedes hacer cosas totalmente distintas, incluso contradictorias al ojo inexperto, pero siempre persiguiendo los mismos objetivos y ahí, señores y señoras del jurado, sí podemos encontrar respuestas más interesantes. Y para ello vamos a partir de una zona bastante común: los calcetines.
Voy a asumir, aunque puedo equivocarme, claro, que en algún momento la persona que te ha preguntado ha llevado calcetines y que estos, esperemos, no han sido siempre los mismos. Si estas dos condiciones se cumplen, felicidades, la mitad del trabajo ya está hecho.
Lo que voy a pasar a presentar a continuación es una técnica basada en lo expuesto anteriormente y que ha probado ser sorprendentemente útil a la hora de explicar a grupos de jóvenes y adolescentes, con los cuales hemos trabajado desde Ítaca-ASC, qué es eso de la educación para la participación o, más bien, para qué sirve. Eso sí, se trata de una técnica más bien estacional, en verano y primavera es muy probable que los calcetines estén hibernando en un cajón, así que tenlo en cuenta.
La técnica del teorema de los calcetines
En primer lugar, pídele al grupo que se organice por grupos según su color favorito, así todas las personas que compartan, por ejemplo, el rojo como su color favorito deberán agruparse en el espacio. Cuando los grupos estén formados pregúntales cuál es el color que les une para confirmar que se han organizado correctamente (nunca se sabe).
Una vez hecho esto, pídeles que se reordenen de nuevo, esta vez siguiendo el criterio del color de los calcetines que lleven en ese momento. De nuevo, cuando después de que la gran mayoría de personas baje la mirada para una rápida comprobación rutinaria ya estén formados los grupos, preguntales por el color para confirmarlo. Es bien sabido que cuando se trata de calcetines la pulcritud es importante y esta no es una excepción. Por cierto, lo más probable es que los dos grupos mayoritarios sean calcetines blancos y calcetines negros.
Por último deberás pedir al cada vez más desconcertado grupo que se vuelvan a reordenar, pero esta vez en lugar de organizarse por grupos, deberán hacer una fila ordenándose de mayor a menor edad, es decir, en un extremo de la fila estarán las personas más jóvenes y, en el otro, las más mayores. Cabe mencionar que hablamos puramente en términos de calendario (el gregoriano, concretamente), así que el debate sobre la «juventud de espíritu» y otros delirios los podemos trabajar (o no) otro día.
Una vez esté formada la fila habrá llegado el momento de confirmar que el orden es correcto. Para ello, de una en una, las personas deberán decir su nombre, su fecha de nacimiento y volver a recordar cuál era su color favorito y el color de sus calcetines. Esto último resulta crucial para el propósito que nos atañe.
En este punto lo más probable (tan probable, de hecho, que es casi seguro) es que a casi nadie le coincida su color favorito con el de los calcetines que lleva en ese momento. Según nuestra experiencia práctica, el número de personas en las que esto sucede ronda, como mucho, el 20 % y por si te lo estás preguntando: sí, claro que lo hemos calculado, somos gente seria. Cuando alguna persona menciona que sus calcetines son de su color favorito puedes hacerlo notar con cierto grado de jolgorio, cualquier ocasión es buena para un aplauso gratuito.
Cuando todas las personas de la fila hayan puesto en común su color favorito y el color de sus calcetines, deberás resaltar la poca cantidad de gente a la que le coinciden estos dos parámetros y lanzar la pregunta inocente: ¿Por qué creéis que sucede esto?
A continuación, te presento una relación de las respuestas tipo más comunes que hemos obtenido a lo largo del tiempo y a partir de las cuales construiremos nuestra explicación ulterior:
- Los calcetines más comunes de encontrar y conseguir son los blancos y los negros.
- No me importa el color de los calcetines, apenas se ven. / Los cojo al azar y sin fijarme.
- Los calcetines que tengo no los he comprado o no los he elegido yo.
- Este color me gusta, pero no para los calcetines.
- Otras.
Los calcetines y la educación para la participación: el teorema
La idea ahora (y es aquí donde reside el quid de esta técnica) es establecer una relación entre estas respuestas y la finalidad de la educación para la participación. Para ello aquí tienes las relaciones que hemos establecido desde Ítaca-ASC para las respuestas mencionadas:
- Muchas veces el sistema o la sociedad favorece que, ante una opción o una decisión, existan opciones que van a resultar más sencillas y que son más comunes, marcando así una tendencia dependiendo de lo que el sistema, o la sociedad, marca como normativo o correcto. La educación para la participación nos da las herramientas y los recursos para poder tomar nuestras propias decisiones aunque vaya a resultar más complicado que aquello establecido por la norma como válido o correcto. Será más laborioso, pero podremos ejercer nuestro derecho a decidir y expresarnos más allá de la norma si es lo que queremos.
- Nos implicamos y nos interesamos por aquello que realmente nos importa. Es posible que nos de igual qué calcetines llevar, pero… ¿elegiríamos al azar nuestro corte de pelo, la ropa que llevamos o la cantidad de veces que comemos a la semana? Hay cuestiones de nuestra vida que bajo ningún concepto dejaríamos al azar y la educación para la participación nos da estas herramientas para poder manejar estas cuestiones dentro del sistema complejo en el que vivimos.
- Si algo nos importa y nos afecta de verdad, ¿dejaríamos que otra persona decidiese en nuestro lugar?, ¿estaríamos de acuerdo en que fuese otra persona la que tomase decisiones sobre nuestro futuro laboral o con quién podemos o no tener relaciones de amistad? La educación para la participación nos acercará a la capacidad de decidir sobre nuestras propias cuestiones y que no sea otra persona la que decida sobre nuestras vidas.
- Muchas veces las cuestiones no son tan sencillas como si algo me gusta o no. Por ejemplo, aquí podemos ver que nuestro color favorito no nos gusta en los calcetines, esto puede deberse a muchos factores: ¿realmente no me gusta este color en los calcetines o es que socialmente es raro que los lleve?, ¿acaso es que no quiero destacar? También es posible que realmente no nos guste el color de los calcetines y ya está. Hacer este tipo de reflexiones sobre una misma es un paso fundamental en la educación para la participación. Necesitamos conocernos en lo personal y en lo colectivo para poder tomar decisiones de forma consciente, consecuente y, finalmente, de forma que realmente se ajusten a lo que queremos o necesitamos.
- Ya lo siento, pero esta técnica requiere de un poco de flexibilidad para poder adaptarnos y relacionar las respuestas con aspectos de la educación para la participación, así que… ¡ánimo!, tengo total confianza en tus capacidades y competencias.
Y este es el teorema de los calcetines, una pequeña técnica que espero de verdad que pueda servirte para hacer entender qué diantres hacemos y por qué es tan importante. Por cierto, ¿de qué color son hoy tus calcetines?
Carlos Lirola Mollà





